Entre Cuecas y Miedo, los «sin dueño» arman su enredo.
El aire ya huele a fiesta. Se afina la guitarra para la cueca, se prepara el brindis por la patria y la vieja y querida excusa nacional ya está en la punta de la lengua: «veámoslo después del 18». ¡Hay hombres! ¡ Qué maravilla! (diría el Tufo sirviendo una cosita)
Somos expertos en patear la pelota al córner mientras el partido de fondo se pierde por goleada.
Mientras planeamos la celebración, la realidad nos pone el pie encima. El semáforo cambia de color y contenemos la respiración, no por la emoción del festejo, sino por el terror a la amenaza. El 80% de nosotros, según la CEP, vivimos con esa música de fondo. Y la sensación de abandono se hizo carne, carne que estará en la conversación junto al asado.
Nos recetan paciencia, dicen que la delincuencia bajó. ¿Qué bajó?, pero la desconfianza es un enfermo que se autodiagnostica, y «entre el remedio y la enfermedad, se gasta la vida». Miramos en TV el grotesco espectáculo global y murmuramos, pero como diría una madre sabia: «si los demás se tiran del puente, ¿tú también lo harás?».

La Obra Gruesa de la Incompetencia
Hablemos claro: Chile hoy es una construcción paralizada. Y en esta obra, el engaño tiene una jerarquía perfecta.
Abajo estamos nosotros, los obreros. Queremos levantar el muro, pulir el radier, poner el ladrillo, pero ya no podemos trabajar. No hay seguridad. El miedo nos quita las herramientas de las manos.
Arriba, el capataz ,esa clase política que gerencia el día a día, nos grita que la grieta en la pared es culpa nuestra. Nos culpa por no tener la cultura, la educación o la resiliencia para soportar el desastre que ellos no saben gestionar.
Y en la cima, el arquitecto, la élite desconectada, nos mira con un desdén insultante. Cuando el edificio cruje, no baja a revisar los cimientos; sube a su oficina con aire acondicionado a llamar a su papá para que le dé un consejo. ¡Y lo más trágico, lo más brutal, es que el verdadero consejo, la sabiduría del oficio, siempre estuvo abajo, en las manos callosas del constructor!
Se nos ha caído la Escuadra, la herramienta que garantiza ángulos rectos y muros derechos. Y una construcción sin escuadra no es un edificio: es una pila de escombros esperando un derrumbe.
Diagnósticos de Clínica Barata
Y para esta catástrofe, ¿cuál es la solución que nos ofrecen? La de una clínica barata. Nos atienden «eminencias» de la política que son expertas en vender licencias médicas falsas: promesas de mano dura que duran una semana, bonos que son pan para hoy y más deuda para mañana, debates sobre si la educación es de derecha o izquierda mientras ningún niño puede salir a jugar a la plaza.
Son diagnósticos fugaces para una enfermedad terminal. Son placebos para que aguantemos hasta la próxima elección, hasta después del 18. Son la receta perfecta para mantener al Estado con las manos atadas por la burocracia y la mediocridad.
¡Basta de mediocridad! ¡Basta de falta de cariño y de respeto por esta tierra! La pregunta que ruge en estos debates, la única que importa es: ¿cuál candidato o candidata dejará de irse por las ramas? ¿Quién tomará el fuego sagrado de la construcción y se atreverá a llevar a Chile al siguiente nivel?
Para ti, ciudadano, obrero de esta patria: Tu voto es poder. Deja de entregárselo al capataz que te culpa o al arquitecto que te desprecia. Busca al que hable el lenguaje del constructor. Al que entienda que la seguridad no es un eslogan, sino el cimiento sobre el que se levanta todo lo demás. Al que sepa que la verdadera sabiduría para sanar a Chile reside en su gente.
Y para ti, que sabes que la Escuadra es más que una herramienta. Hermano, hermana. El espectáculo es grotesco y el silencio nos hace cómplices. Es hora de demostrar que un constructor de verdad no abandona la obra. Hay que bajar al terreno, tomar las herramientas y enseñar con el ejemplo cómo se levanta un muro derecho, cómo se pule la piedra bruta de la ciudadanía y cómo se construye, desde la base, un Templo donde la Virtud, el Respeto y el Orden no sean palabras en un discurso, sino el cemento visible en cada pared.
Que esta fiesta no sea un somnífero. Que sea el vino de la verdad nacional que nos despierte. Tenemos la sabiduría, tenemos la fuerza. Solo falta la voluntad de recoger la Escuadra del suelo.
Y volver a construir. Como se debe.

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